2006
¿Se acuerdan de Batman o de Jim West, esas series de los 60 en las que el héroe era sometido por el villano a las más inverosímiles trampas mortales, de las cuales escapaba siempre en el último instante? Bueno, de esa premisa parte Crank, veneno en la sangre, que comienza cuando al asesino a sueldo Chev, estando plácidamente dormido, en lugar de pegarle un balazo en la nuca y jubilarlo en forma permanente, su enemigo Verona le inyecta un poderoso veneno chino que lo matará lentamente. Chev descubre que el destilar adrenalina es lo que hace que no muera y parte entonces hacia la búsqueda de un posible antídoto y de venganza.
Jason Statham pone su destreza física y su clásica cara de perro que le están por quitar el hueso, componiendo un personaje cercano al de su Mr. Monk en Tiro penal y la película transcurre vertiginosamente en sus…¡78 minutos!
Justamente el vértigo narrativo y la adrenalínica puesta visual hacen que no deparemos en el detalle que no existe guión alguno, consiguiendo algo que muy pocas cintas del género consiguen: mantenerte en la butaca tenso y divertido sin oportunidad para el bostezo o la crítica (impagables los momentos en que Chev intenta conseguir la epifedrina y algunos duelos verbales entre él y Verona).
En resumen, una buena peli, que tiene como principal virtud no tomarse en serio, lo que la transforma en un producto genuino y disfrutable.