Siempre que llega esta época del año me pregunto cuál es el sentido que tiene el
conmemorar el feriado de Semana Santa. Teóricamente es una fecha de recogimiento para
la comunidad cristiana, en la cual prima la oración y el autoanálisis
para provocar el nacimiento del hombre nuevo en Pascua de Resurrección.
Sin
embargo, la teoría muere como Cristo en la cruz ante la cruda visión de
nuestros días. Se organizan innumerables tours para pasar unas
minivacaciones lejos de casa, los boliches funcionan a full con el
Chupachichi, los asados están a la orden del día cuando la carne no debería ni ser olida, los ladris aprovechan para meterse en las casas vacías a su
disposición (y si no están vacías, casi siempre un arma se encargará de
que luego lo esté), los políticos siguen mintiendo por TV, los
comerciantes suben los precios de todo lo que no sea carne a precios
escandalosos, y este año, la policía se encarga de mostrar que si hay
que disparar a un docente y matarlo, no le debe intimidar para apretar
el gatillo dicha festividad ni lo que esta significa.
Recuerdo cuando
era chico que en las radios pasaban el jueves música instrumental, el
viernes música sacra y recién el sábado después de las 10, aparecían
algunos inofensivos gorjeos de Camilo Sesto. No es bueno irse a los
extremos, pero entre esa forma de vivir Semana Santa y la actual, yo
creo que si Jesús estuviera entre nosotros viajaría al pasado en forma
inmediata. O tal vez se quedaría para ser nuevamente crucificado y de esa forma conseguiríamos expiar nuestra moderna y atea forma de sentir cotidianamente
el milagro de la vida.