21 de junio de 2018



      Te odio, Sampaoli.
Porque encarnás todo lo malo de nuestro sobrevalorado país. La falta de planificación, la soberbia, la prepotencia, la ceguera ante los hechos consumados, los cambios constantes sobre la marcha, la mentira, el creerse más de lo que se es. Sos el gerente de esta empresa llamada Selección. Te la dieron con un superavit de buenos jugadores que son triunfadores en todo el mundo. Con un nombre que no sirve para ganar pero que da una chapa que provoca cautela al que la enfrenta. Con una derrotero riquísimo en títulos propios y de clubes, en historias monumentales, en un prestigio que llevó procesos dolorosos para conseguirlo. Y fundiste la empresa. La transformaste en un microemprendimiento temeroso de alguna crisis económica, en una pyme que mira con pesimismo a la multinacional del mismo rubro que opera en el terreno del lado. Mostraste que el puesto de jefe te quedaba enorme, desde la elección del personal hasta la planificación de cada uno de los pasos a seguir.

      Sos horrible, Sampaoli.
Funesto, despreciable, infumable. Sos un manual de malas excusas, un libro con errores de ortografía, una comida indigesta. Elegiste a un arquero que no jugaba en su club y que no presentaba garantías antes que uno que era figura en el suyo y tenía el nivel de autoestima y de consideración popular por las nubes. No quisiste poner a Pavón porque no querías quemarlo y lo incinerás (a él y a Dybala, otro que lo llevaste para que no te jodieran pero que no pensabas poner y le diste el extintor a ver si apagaba el incendio) en un momento de confusión extrema. Pasaste por el 4-4-2, el 3-4-3, el 4-3-3, el 2-5-3 y cualquier variante aritmética que hubiera en los libros sin brindar seguridad en ninguna. Confundiste a tus jugadores, al público, a los periodistas: lamentablemente no lo hiciste con los rivales. No supiste levantar a nuestro mejor hombre e hiciste que Messi fuera ese guiñapo inexistente, ese fantasma del mejor del mundo, ese muerto en vida.

       Te odio, Sampaoli.
Y me dirás que con el diario del lunes es fácil tirar todo esto que sale de mis entrañas. Pero quién tenía una esperanza certera de que hiciéramos un buen papel en el Mundial si nos clasificamos sólo por esa noche milagrosa de Messi en Ecuador, si hicimos una eliminatoria mediocre, si encaramos un amistoso con una de las mejores selecciones del mundo como si jugáramos contra Mandiyú, si lo pusiste de titular a Caballero después de esa vergonzosa goleada, si cuando había que jugar amistosos no los jugaste e ibas a llevar a tus jugadores a minutos del mundial a uno en una trinchera, si nunca encontraste el equipo, si negaste la titularidad a los que mejor andaban, si perdiste el eje de que a una selección llegan los mejores no los nombres históricos, si pusiste un doble 5 contra la débil Islandia y dejaste huecos enormes en el fondo para que paseara Croacia, si fuímos una lágrima, si ni me dan ganas de mandarte a la mierda de lo destrozado que estoy.

      Te odio, Sampaoli.
Con toda mi alma. A vos y a ese energúmeno devenido en presidente de la AFA, mafioso con traje caro e ideas inexistentes, creador de un genial campeonato que favorecerá a los porteños y sumirá en la mas profunda desgracia al resto del país.

      Te odio, Sampaoli.
Dejame odiarte por lo menos. Es lo único que me queda para tapar esta vergüenza. Para esperar que al tocar fondo volvamos a intentar ser lo que éramos. Hoy, padecemos esto que no tiene nombre. Este tajo en el alma. Esta nueva frustración.